miércoles, 9 de julio de 2008

Críticas de cine: El Castillo de Arena 8/10


Después de ver la impresionante y desgarradora "El demonio", de Yoshitaro Nomura, no he podido evitar lanzarme a por el otro título de este director editado en España, esto es, "El Castillo de Arena" y tengo que decir que no me decepcionó en absoluto, aunque no está a la altura del anterior.
Dos policías comienzan a investigar la violenta muerte de un hombre mayor que aparece con la cabeza destrozada junto a las vías del tren. La primera hora y media, y es que la cinta dura 136 minutos, se dedica enteramente a la investigación policial, interrogatorios, pistas, viajes de aquí para allá, al pueblo natal de la víctima, al lugar del crimen. Poco a poco los agentes van aclarando una historia que finalmente les lleva a sospechar de un famoso músico japonés en principio completamente ajeno a la víctima. Es interesante observar como gracias al esfuerzo de los protagonistas la trama se va aclarando y como a cada paso que dan se abre una nueva puerta. El argumento en si no es muy original, pero lo mejor viene en los últimos 40 minutos, donde se palpa claramente la diferencia entre un film de cualquier nacionalidad y uno japones. De pronto la película adquiere una profunda carga emocional y asistimos a otra película dentro de la película la desgarradora historia de miseria y desgracia de la infancia del músico, que se desgrana ante tus ojos como para tratar de que entiendas sus motivos o de ponerte en situación, haciendote ver que las cosas no son siempre blancas o negras y que las personas estamos repletas de matices.
En resumen esta es una película interesante y con un argumento bastante típico aunque posee una gran originalidad narrativa y un final que te dolerá en el corazón.
Por lo que he visto hasta ahora, Nomura parece obsesionado con las relaciones paternofiliales, en esta película este echo se observa en prácticamente todos los personajes, por no hablar de "El demonio", donde esta problemática se lleva al extremo mas terrible y desgarrador.
Como parece ser un sello en su cine, Nomura sigue jugando con el zoom y acompañandose de una importante banda sonora.

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